jueves, 5 de octubre de 2017

La senda estrecha


En cierta ocasión, Dios advirtió a los hombres que un terremoto se tragaría el agua de toda la Tierra y sería reemplazada por otra que haría enloquecer a todo el mundo.
Tan solo el profeta se tomó en serio lo que Dios dijo y transportó hasta su cueva de la montaña enormes recipientes de agua para que no le faltara el resto de su vida.
Efectivamente, se produjo el terremoto, desapareció el agua existente y una nueva llenó los arroyos, los lagos, los ríos y los estanques.
Algunos meses más tarde bajó el profeta de su montaña para ver lo que había ocurrido. Todo el mundo se había vuelto loco. Todos le atacaban y estaban convencidos de que el loco era él.
El profeta regresó a su cueva contento por haber tenido la precaución de guardar agua, pero, a medida que transcurría el tiempo, la soledad se le hacía insoportable. Anhelaba tener compañía humana y descendió de nuevo a la llanura, pero, nuevamente, fue rechazado por la gente, tan diferente de él.
Entonces, el profeta tomó su decisión: Tiró el agua que había guardado, bebió del agua nueva y se unió a sus semejantes en su locura.

Cuando buscas la Verdad, vas solo. 
La senda es demasiado estrecha para llevar compañía. 
Pero ¿Quién puede soportar semejante soledad?

Este cuento está incluido en el libro “El canto del pájaro” de Anthony de Mello.

Ciao.

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