domingo, 8 de abril de 2018

Entre la muerte y la Vida, también ahora


Una preciosa y real certeza, ese baile entre vida y tormenta, entre furia y paz, entre muerte y pascua, que sigue tan presente.... Una reflexión de Santi Obiglio

No es que no sea real tu Resurrección, Señor. El Sepulcro, las vendas, la noche, las dudas… No es que no sea verdad tu Resurrección.
Sepulcro, vendas, oscuridad, fieras. Todos signos de muerte, experiencias de muerte que hoy todavía tengo, tenemos.
¿Y la Vigilia Pascual? ¿Y el bautismo? ¿Y tu Resurrección histórica? ¿Y la Pascua celebrada y actualizada en cada misa, en cada reconciliación, en cada sacramento, sacramental…? No es que no sean reales. Aunque a veces pareciera.

Hoy tu Resurrección me invita a aceptar la verdad de esta lucha entre la vida y la muerte que hoy todavía se da. Siento que solo así tu Pascua puede ser real.
¡Porque los signos de muerte están tan visibles! Y afirmar tu triunfo, esquivando la mirada, cerrando los ojos al dolor que todavía hoy sufrimos, es quitarle toda su consistencia, es dejar tu victoria sin ninguna autoridad, porque la evidencia, en parte, contradice.
Pero: En parte, sólo en parte… Esto es lo más real, lo más verdadero. Que no es cierto que todo es muerte, que todo es tinieblas, que todos son fieras, que todo es sepulcro, que todo es vacío. No es cierto que todo en mi vida está roto, que todo en el mundo está quebrado. Cerrar los ojos al dolor es tan falso como cerrar los ojos a la vida, también evidente, también imposible de ocultar, también imposible de callar.
La vida que tocamos en cada amanecer, en cada flor, en cada niño jugando, en los ojos profundos y en las arrugas sabias de cada abuelo, en la fuerza de los jóvenes, en la frescura de sus amistades y en el entusiasmo de sus búsquedas de sentido y de ideales, abiertos siempre a la esperanza de que la vida puede dar más; en la madurez del amor de tantos varones y mujeres fecundos: En amor mutuo -entregados sinceramente el uno por el otro; en progreso, en fe enraizada en generaciones y concretada -explícita o implícitamente, en historias de perdón y solidaridad.

Ese en parte es el que hoy María Magdalena, Pedro y el otro discípulo, yo y tantos cristianos nos atrevemos a mirar y a compartir como Buena Noticia.
Con el coraje de ver el dolor, pero también con el coraje de abrirse a la vida, que entre tanta muerte, traen y manifiestan tu resurrección y tu victoria.
Hoy, tu Pascua, nos cura la ceguera y regala al mundo esta mirada nueva: Los cristianos, sostenidos en tu resurrección, nos animamos a entrar en el sepulcro –la muerte–, y con esperanza abrirnos a la vida, y a Ti, que quieres venir a rescatarlo todo.

Santi María Obiglio
Ciao.

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