lunes, 11 de junio de 2018

Inyecciones de sentido


Quizás eres de los que has estudiado para mejorar el mundo. O lo estás haciendo. O estás trabajando para ello. Así que probablemente conocerás esos momentos en los que tienes que recordarte por qué lo estás haciendo. Porque no le ves el resultado, ni el éxito a medio plazo. No eres capaz de comprender por qué memorizar ese temario, o redactar ese informe, o ir a esa reunión mejora la vida de los que lo necesitan. Sin embargo, hay trabajos donde se vive eso en directo, a diario, cada minuto.

Algo así quiere transmitirnos el texto que estos días ha hecho viral una auxiliar de enfermería: el orgullo de saber que tu trabajo contribuye de forma inmediata a la felicidad de una persona. Y no precisamente trabajos con gran valoración social, más bien al contrario, aquellos que nos parecen de segunda, quizás porque nos ponen en contacto con el lado menos amable de nuestra sociedad, como la discapacidad, la enfermedad, la exclusión…

Y, sin embargo, si hablas con cualquier persona que se dedique a eso, los más probable es que le parezca un de los trabajos más dignos que ha tenido la suerte de poder hacer. No porque les haga sentir bien, o porque después de acabar la jornada se sientan mejor persona, o les apasione ese trabajo. Les parece una de las cosas más dignas que han hecho porque ha contribuido a que otro viva mejor, de forma inmediata. Y nadie se lo tiene que explicar, ni tienen que elaborarlo. Es evidente. Es palpable. Lavar, alimentar, vestir son acciones que mejoran la vida directa e inmediatamente.

Son inyecciones de sentido, en las que caemos en la cuenta de que hay cosas que ya están en nuestra mano para mejorar nuestro entorno, y eso nos da una especial plenitud. Hay tareas que nos llenan de un modo especial. Y no son las más elaboradas, precisamente. Son aquellos trabajos tan sencillos, tan cotidianos, que incluso los minusvaloramos. Pongamos en valor todas esas acciones que nos dan plenitud, en las que sentimos y sabemos que estamos ayudando sencillamente, sin aplausos. Pero plenos, sintiendo el sentido profundo de lo que hacemos por ayudar a otro.

Alvaro Zapata, SJ

Ciao.

1 comentario:

Angelo dijo...

Todo lo que se hace con amor y dedicación, todo lo que se vive como vocación, tiene como resultado un sensación de deber cumplido, de ayuda al prójimo, de olvido de sí mismo para el otro.