sábado, 8 de septiembre de 2018
¿Te atreves a conocer lo que Dios quiere de ti?
Había una vez dos personas que se acercaron a una iglesia y se sentaron a rezar.
Una empezó su oración doliéndose porque no cumplía lo que tenía que hacer para estar con Dios. La otra también estaba dolida porque intuía a Dios, le percibía, sabía hacia dónde tenía que ir para estar en su presencia pero sentía que se estaba alejando de Él.
Estas dos posturas ante Dios nos pueden parecer comunes y amenudo las vivimos a la vez en nosotros mismos.
Las dos tienen peligros y pueden poner a Dios a un segundo plano.
Tan malo puede ser pensar que se deben cumplir unos requisitos para merecer a Dios (y obligar a Dios si se cumplen) como pensar que cualquier conducta solamente tiene el problema de hacernos sentir mal (sin pensar en el mal que generamos en otras personas).
En todo caso, los cristianos avanzamos (a trompicones) entre los dos extremos. No es nada fácil. Pero tenemos ayudas. Una de ellas es el discernimiento que tanto propone Ignacio.
El discernimiento evidentemente no es escoger lo que más nos apetece. El discernimiento es conocer lo que Dios nos plantea. ¿Cómo va a ser eso malo? Eso sí, tenemos que poner los medios para no errar el tiro.
En los Ejercicios espirituales se nos proponen dos: El examen y el acompañamiento.
¿Te atreves a conocer lo que Dios quiere de ti?
Espiritualidad Ignaciana
Ciao.
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