domingo, 14 de octubre de 2018

10 Maneras de decir que Dios existe sin decirlo (especial para quien tiene amigos ateos)



Quienes hacemos algún tipo de apostolado estamos acostumbrados a rebuscar la presencia de Dios para poder explicarla de la forma más fácil y comprensible que podamos, y que el más sencillo de nuestros interlocutores pueda comprender algo tan grande.
Nos rompemos la cabeza intentando comprender las 5 vías de la existencia de Dios, nos quemamos los ojos leyendo y tratando de traducir los documentos que el magisterio nos ofrece, nos colgamos de frases de Santos y Papas; incluso algunos más arriesgados, apelan a la creatividad y se proponen ideas menos convencionales (pero no por eso menos efectivas) como mostrar vídeos, preparar presentaciones de Power Point o visitar Catholic Link a diario para ver qué nuevo recurso podrán utilizar en mi grupo de catequesis.
Dios nos hace el asunto mucho más sencillo de lo que nosotros estamos acostumbrados. Él se ha hecho hombre, ha pasado por las mismas experiencias humanas y cotidianas que todos nosotros como el hambre, el frío, el sueño o el dolor de pies; por lo tanto toda la experiencia humana habla de Dios, todo está lleno de Él, porque Dios mismo experimentó todas estas cosas, convirtiéndolas en experiencias divinas.
Te proponemos algunas ideas, para que vayas dándote cuenta que Dios ha estado ahí, pasando desapercibido quizás, pero muy presente y atento. Estamos seguros que tu has experimentado la existencia de Dios en tu vida y que es así como puedes comprender y explicar su presencia real.

1. La primera vez que fuiste padre o madre:
Es difícil explicar la sensación de dar vida. Dios es quien da la vida, pero en su infinito amor nos permite ser co-creadores junto a Él y colaborar en su plan. Tener en tus brazos algo tan tuyo, pero al mismo tiempo, tan producto de la voluntad y el querer de Dios, es sin duda una experiencia espiritual.

2. Cuando te sorprendes con la inmensidad del cielo:
Descubrir que lo que podemos ver y comprender es diminuto, que todo está en las manos de alguien mayor que tú. Nada puedes hacer para cambiar el color del cielo, las formas de las nubes o la luz que llega a tu ventana. Y eso es solo lo que tus ojos alcanzan a ver, ¡Cuánto más hay en la creación que no somos capaces de ver ni de comprender!

3. Cuando te descubres contemplando tus manos:
Perfectas pero imperfectas. Diseñadas tan hábilmente, de forma tan delicada pero a la vez tan firmes. Mirar como el camino y los quehaceres las han ido modificando, pero al mismo tiempo siguen siendo las mismas: esas que Dios pensó y diseñó para mi.

4. Al notar que has tenido una larga conversación contigo mismo:
No somos pedazos de carne que forman parte de una maquinaria. Hay algo dentro nuestro que aspira a lo alto, que busca lo mejor, que aún si saberlo, anhela a Dios. Descubrirte conversar contigo mismo, planificando, confrontándote, resolviendo cosas importantes. No eres producto de una casualidad, el ser tan complejos y tan completos, es voluntad y producto de la inmensa creatividad de Dios.

5. Ese día que inexplicablemente tu corazón está en paz:
Hay razones externas como la tranquilidad económica, la salud física, la estabilidad familiar entre muchas otras; pero cuando a pesar de que alguna de esas cosas no anda del todo bien, igualmente en tu corazón hay una paz que no puedes justificar desde los hechos, es como si alguien la hubiera puesto ahí.

6. Cuando te sientes amado:
No es solo una cosa de aceptación y autoestima, es más grande que eso. Es que sentirse amado es sentirse digno, es comprender que hay valor en mi y aunque el amor humano es limitado y lleno de flaquezas, este amor es una luz de cómo es el amor de Dios, y nos da pistas sobre cómo es el sentirse amado por Él .

7. Cuando lo que el hombre ha construido te sorprende:
Es como si aún quedaran algunos suspiros de ese aliento inicial que formó todo en la creación. Estamos tan acostumbrados a la inteligencia humana y que esta resuelva nuestros problemas cotidianos, que no nos damos cuenta que basta con dar dos pasos para atrás para contemplar y dejarnos asombrar por lo que el hombre ha hecho, por cómo Dios nos ha regalado la inteligencia para poder colaborar con su perfección y hacer cosas tan increíbles como los rascacielos y tan sencillas como una cuchara.

8. Cuando quien menos lo esperas, tiene fe:
Es común hacer algún tipo de juicio sin querer sobre la fe y la vida espiritual de las personas; incluso es común diagnosticar a algunos como “casos perdidos”, pues sabemos que en su escala de valores, la experiencia de fe no entra. Pero cuando vemos a alguno de esos “alejados” mostrar una pequeña luz de fe, nuestros corazones se inflaman y la esperanza vuelve a nacer. Cuando les vemos persignarse, hablar de Dios, compartir mensajes o frases relacionadas con Dios y lo espiritual, e incluso cuando te piden oraciones, nuestros corazones se llenan de Dios y comprendemos que Él está, incluso en aquellos que menos esperamos que esté.

9. Cuando luego de dar la pelea y rendirte, las cosas comienzan a funcionar bien:
Pareciera que Dios está esperando a que lleguemos a nuestro límite y cuando ya no podemos hacer nada más nosotros, comienza a actuar Él. Es probable que te haya ocurrido que las puertas cerradas delante de ti, inexplicablemente comienzan a abrirse y esa situación que casi no tenia arreglo, de un momento a otro se restaura y comienza a funcionar.

10. Al acompañar a un ser querido en sus últimos momentos de vida:
Es doloroso, pero desde la fe, es esperanzador y reconfortante acompañar a alguien a quien amas y que este se vaya al encuentro con Dios teniendo paz en su corazón. Quienes han acompañado a sus seres queridos en sus últimos momentos de vida sabrán reconocer lo fuerte de la experiencia, pero también sabrán reconocer la inmensa paz y consuelo que experimentan los corazones, al saber que el ser amado es recibido por el Creador de vuelta en casa.

Sebastian Campos

Ciao.

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