lunes, 26 de noviembre de 2018

El amor es el fruto del esfuerzo


Si hay algo de lo que está llena nuestra vida cotidiana es de esfuerzo.
Nuestro día a día está plagado de tareas y obligaciones con las que hay que cumplir. A veces las realizamos con gusto y otras no tanto.
Pensemos en todo lo que hacemos, todos los días. Trabajar, estudiar, colaborar con los quehaceres de la casa, prestar ayuda a familia y amigos para realizar alguna tarea, cuidar a los más pequeños, a nuestros mayores, a quién está enfermo o simplemente a aquel que por alguna circunstancia especial lo necesita.
En más de una ocasión, preferiríamos no tener que hacer ninguna de estas cosas y pasar el tiempo realizando una actividad más placentera o que nos gusta. Sin embargo, y en contra de nuestras ganas, las hacemos.
Las hacemos, y probablemente no dejaríamos de hacerlas si se presentara la oportunidad, porque la dinámica que rige estas acciones es la del amor.
La dinámica del amor es la que Jesús vino a enseñarnos con su vida y muerte en la Cruz. Transforma y resignifica todas las entregas, que de otro modo tan solo podrían ser vistas como un sacrificio.
Este es un punto de vista que cuesta sostener cuando a la hora de enfrentar las exigencias de todos los días, que muchas veces nos desbordan. Sin embargo, si intentamos vivir desde está lógica, las obligaciones nos serán más llevaderas y hasta gustosas.
No nos concentraremos tanto en lo fatigoso de llevarlas a cabo, sino en el amor que es origen y fruto de todo ese esfuerzo.

Ciao.

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