jueves, 7 de marzo de 2019
No es lo mismo...
No es lo mismo hacer dieta que ayunar. No es lo mismo repartir que compartir. Tampoco es lo mismo pensar que rezar.
A primera vista el espectador de estas acciones creerá hallarse ante comportamientos idénticos, pero si nos fijamos en para quien se llevan a cabo la diferencia suele ser abismal.
Puesto de otra manera, ¿A quién busco en lo que hago?
Ayer fue Miércoles de Ceniza y la liturgia, en la primera lectura (Jl 2,12-18), nos exhorta a rasgar los corazones y no las vestiduras.
Muchas veces no se trata de cambiar lo que hacemos sino de limpiar nuestra intención.
Empieza la Cuaresma, esos cuarenta días de preparación para la Pascua marcados por el ayuno, la limosna y la oración.
Es tiempo privilegiado de buscar primero a Dios cuando me venzo en pequeñas luchas diarias, cuando doy a los demás, o cuando hago silencio. En lo ordinario de cada día puede darse lo extraordinario. La misma acción puede revelar luz o sombra.
Espiritualidad Ignaciana
Ciao.
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