Es difícil acercarse al otro a preguntarle: "¿Qué quieres que haga por ti?"
Y no sólo porque el acercarse es, de por sí, un ejercicio difícil (al menos en un principio).
Quizás el otro nos presente un desafío al que no sepamos cómo responder, o una necesidad que no esté a nuestro alcance satisfacer, o nos hable desde una realidad y una visión del mundo que nos resulte incomprensible.
No importa. Lo importante no es sentirnos que tenemos que ir, como los superhéroes, salvando a todo el mundo, sino el no ser ajenos a los demás.
Lo importante, es dejarnos alcanzar, movilizar y desafiar por las necesidades y las realidades de nuestros hermanos.
Imitando a Jesús, acerquémonos estas Navidades a nuestros hermanos y preguntémosles ¿Qué quieres que haga por ti?
Ciao.
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