martes, 30 de abril de 2019

Blasfemia


¡Blasfemia! «¡A la hoguera!»

Acusa el perfecto con el dedo inquisidor, señalando al hereje.
Ese que ama a todos, sin precio ni mérito.
Sana en sábado,  poniendo al herido por delante de la Ley.
Ignora el templo de piedra  y acaricia el rostro de carne.
Se deja tocar por la impura.
Elige los últimos bancos.
Se ríe de ritos muertos.
Derrama el agua viva a borbotones,  en un derroche de gracia.
Abre la celda de la memoria, para rescatar a los olvidados.
Vive a la intemperie, tan señor del mundo, tan desnudo en los caminos.
Bebe, come, baila, sueña.
Y sí, está traicionando, al hacerlo, al Dios de la Ley,  de los Arrogantes, de los Implacables. Al Dios de los Amargados y los Indiferentes.
Su blasfemia es la mejor noticia para todos los desclasados de la historia.

José María R. Olaizola, SJ

Ciao.

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