domingo, 19 de mayo de 2019

Expresar nuestros afectos


Una de las cosas que más felices nos hacen en la vida es sentir que podemos expresar nuestro afecto de una manera en la que nos sentimos plenos y realizados.
No obstante, esta plenitud y esta realización son inseparables del hecho de que el otro también sea sanado y reconciliado a través nuestro. Si el otro no se siente amado, no vale.
No se trata de satisfacer simplemente nuestra necesidad. Un abrazo, una caricia, un beso, pueden ser y son, de hecho, cauce del amor que Dios tiene por nosotros y por los demás, pero esto pide discernimiento de parte nuestra.
Jesús también sanaba con su cuerpo. Sin duda esta posibilidad le venía de un diálogo íntimo con el Padre en el que descubría la necesidad profunda de la persona que tenía delante, y el modo en que él podía ser de ayuda en esa situación concreta.
En la Contemplación para alcanzar amor de los Ejercicios Espirituales, San Ignacio nos propone vernos delante de los santos que interpelan por el ejercitante. Con seguridad sus rostros pueden ser escuela donde aprender a mostrar ese afecto que el mundo necesita.

Espiritualidad Ignaciana

Ciao.

No hay comentarios: