El problema no es cometer un error o tomar una decisión equivocada. El problema es no darte cuenta de que lo has hecho. Como cuando estás resolviendo una operación matemática compleja y al llegar al resultado final descubres que hay un signo equivocado en uno de los primeros pasos.
No te has dado cuenta de algo tan pequeño como un signo erróneo. Pero eso ha determinado todo lo demás hasta el resultado.
En la vida nos pasa algo parecido. Vamos perdiendo sensibilidad hacia los detalles y al final estamos más preocupados de llegar que de llegar bien.
Acumulamos decisiones una encima de la otra perdiendo de vista el horizonte, sin preocuparnos si el principio, medio y fin de nuestro camino está bien orientado. Y no por mala intención, sino por simple despiste, por ser poco cuidadosos.
Hasta que un día nos descubrimos justo en el sitio en el que no queríamos. Y casi sin saber cómo hemos acabado ahí.
San Ignacio nos invita a examinar cuidadosamente el proceso de nuestras decisiones, acciones, deseos… Cómo han surgido en mí, adónde me llevan, cómo se han ido gestando. Sólo así podemos estar seguros de ir por el camino correcto.
Espiritualidad Ignaciana
Ciao.
No hay comentarios:
Publicar un comentario