Este es un ejercicio constante en la práctica cotidiana: En casa, en el trabajo, por la calle.
La violencia y la falta de seguridad pública, nos llevan a tener una actitud contraria de extrema desconfianza en todos. Pasamos a vivir aislados y con miedo.
Examino mi conciencia y me pregunto: ¿Yo inspiro confianza en los demás? ¿Yo me considero una persona buena, bien intencionada?
Si la respuesta es si, es un primer paso para confiar en los demás. No soy la excepción a la regla, existen muchas otras personas buenas.
Trato de confiar en quien está más cerca de mí. Aprendí a confiar y vi que vale la pena.
Confío en la presencia de Jesús en cada prójimo, que se manifiesta cuando es estimulada por el bien.
Sólo el amor mutuo es capaz de promover la cultura de la confianza.
Apolonio Carvalho Nascimento
Ciao.
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