martes, 26 de noviembre de 2019

Eucaristía


Resulta casi una obviedad hablar del carácter central que la eucaristía tiene en la vida de la Iglesia.
La celebramos cada día, y quizá por eso muchas veces pasamos por ella de una forma mecánica, superficial. Escuchamos incluso a creyentes cristianos decir que siempre es lo mismo, que las cosas se repiten y que por lo tanto no hace falta ir tanto.
Es algo que produce cierta tristeza. Porque, a poco que estemos un poco atentos y con deseo de encuentro en el corazón, la eucaristía siempre trae algo: Una luz, una moción que pacifica…
Cuando la eucaristía pasa por nosotros, salimos cambiados, distintos, aunque solo sea un poquito.
Nuestra fe nos dice que Jesucristo se hace presente realmente en cada misa, pero necesitamos hacer de eso una experiencia real.
Cuando nos hacemos conscientes –y “sentientes”- de que Dios mismo se está haciendo presente en la eucaristía al consagrar un poco de pan y vino, nuestra vida queda modificada.
Si Dios entra en el mundo, todo lo demás se relativiza.
El cuidado de Dios por sus hijos ha quedado para siempre como centro de cualquier historia.

Espiritualidad Ignaciana.

Ciao.

No hay comentarios: