Son esos días en los que necesitamos volver. Es decir, necesitamos ir a la fuente, volver a Aquel que nos sostiene, que corre a nuestro encuentro con los brazos abiertos (Lc 15,20), que nos ofrece el descanso (Mt 11,28), que nos escucha y comprende sin juzgarnos (Jn 3,17), que nos ama hasta el extremo (Jn 13, 1).
Son esos días en los que la ternura de Dios esta a la puerta de nuestras vidas. Esos días en los que sus brazos nos esperan, porque su amor es siempre más fuerte. En esos días no dudemos en volver.
Espiritualidad Ignaciana
Ciao.
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