Señor, a veces estamos tan ciegos para ver... La fragilidad y la grandeza de la vida humana, la necesidad de parar el tren de la prisa y los quehaceres y de dedicar tiempo a escucharse y a pensar; a comunicar deseos, miedos, esperanzas, historias...
Señor, a veces estamos tan ciegos para ver... Que la felicidad no es un derecho, sino un reto; que no hay situación de la que no podamos aprender; que las personas valen infinitamente más que las cosas y que compartir produce más gozo que consumir.
Señor, a veces estamos tan ciegos para ver... Que todos podemos necesitar ayuda y todos podemos mejorar la vida de los demás; que sólo cuando trabajamos por el bien común podemos vivir con alegría y esperanza.
Señor, a veces estamos tan ciegos para ver... La importancia de los trabajos poco valorados: El de un barrendero, un reponedor, una policía, un panadero, una investigadora, una enfermera, una cuidadora, una repartidora, un camionero, una maestra, un mecánico, un agricultor...
Señor, a veces estamos tan ciegos para ver... Que Tú no te dedicas a castigar, sino a salvar; que nos acompañas y nos cuidas siempre, también cuando sufrimos y tenemos miedo; que la oración tiene el poder de hermanarnos y de experimentar tu fuerza en nuestra fragilidad.
Señor, a veces estamos tan ciegos... Cúranos, devuélvenos la vista.
Anónimo
Ciao.
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