Habrá días grises, difíciles.
Habrá momentos en los que sólo te apetezca tirar la toalla. Incluso estará justificado.
Habrá momentos en los que pensarás que el futuro se acaba y que no hay más razón para la esperanza. Surgirán momentos en los que cada paso será un hecho, aparentemente, imposible, inviable, inalcanzable.
Habrá situaciones en las que parece que el mundo se vuelve del revés, nada sale bien, todo se confabula contra ti... En ese momento, persevera.
Perseverar es decir “Sí quiero”, como los novios en la boda o los novicios en los votos. Perseverar es dar un motivo a la esperanza, es sonreír a la vida desde la irracionalidad, desde la locura, a veces, desde la desesperación.
Perseverar es decirle al mundo que tú puede un poco más, que eres capaz de vivir en la luz y en la sombra, en la risa y el llanto, en la certeza y la duda.
Perseverar es confiar, en ti, en la vida, pero sobre todo, en Dios.
Perseverar es renovar tu honor y grandeza desde la más absoluta pequeñez.
Perseverar es crecer.
Espiritualidad Ignaciana
Ciao.
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