La Creación manifiesta bondad y belleza porque la Creación es expresión del amor infinito de Dios. Sin embargo, para el ser humano no es evidente tal manifestación.
El ser humano necesita un aprendizaje si quiere apreciar la bondad y la belleza de la Creación. Ahí es donde entran en juego el asombro y la reverencia.
El asombro y la reverencia son necesarios para el reconocimiento de la obra de Dios en la creación.
Por eso la ecología integral que propone el Papa Francisco no puede ir separada de Dios. El cuidado de la casa común está ligado a la percepción de la realidad como Creación amada de Dios.
El universo como gracia que nos es entregada lo han descrito muchas personas a lo largo de la historia.
Ignacio, por ejemplo, lo pedía en la Contemplación para alcanzar amor: "Conocimiento interno de tanto bien recibido, para que yo enteramente reconociendo, pueda en todo amar y servir a su Divina Majestad."
Espiritualidad Ignaciana
Ciao.
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