Cuanto más se acelera la vida más necesario es frenar de vez en cuando.
Alguna vez es bueno detenerse. Frenar. Recordarse dónde está la verdadera chispa de la vida, sin que otros te lo conviertan en un eslogan.
¿Nunca has soñado, como en alguna película fantástica, que pudieses congelar por un instante el tiempo? Hazlo ahora, desde dentro. Frenar. Mirar, con tranquilidad, como a cámara lenta, la cantidad de historias, nombres, personas cuya vida se intercala con la tuya… Date, quizás, un instante para pensar también en Dios… Que late cerca de ti. Aunque a veces ni te des cuenta. Disfruta, por un instante, de la calma. ¡Ahora!
¡Basta de prisas!
¿No vivimos hoy muy rápido? Falta tiempo. A menudo de saturan las agendas, se acumulan las citas, se multiplican los proyectos. Todo tiene que ser ya. Todo parece imprescindible. Todo urge. Los días vuelan. Y las semanas… y los meses. Como un animal voraz, el calendario aprieta, exige, y puede convertirse en el tirano de cada vida. El niño, el joven, el adulto… A veces es importante recordar que hay muchas cosas que duran poco.
Pastoral SJ
Ciao.
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