viernes, 17 de diciembre de 2021

La soledad interior

La soledad física, silencio exterior y recogimiento real son todos moralmente necesarios para el que quiera hacer vida contemplativa; pero, como todo lo demás de la creación, no son sino medios para un fin, y si no comprendemos el fin haremos mal uso de los medios... El fin que los incluye a todos es el amor de Dios. 

La soledad más verdadera no es algo externo a ti, no es ausencia de hombres y sonidos en torno suyo: Es un abismo que se abre en el centro de tu alma... Admitimos que es posible vivir en honda y apacible soledad interior, aun en medio del mundo. Pero a veces se abusa de esta verdad en la religión. Hay hombres dedicados a Dios cuyas vidas están llenas de inquietud y que no tienen un deseo real de estar solos. Admiten que la soledad exterior es buena en teoría, pero insisten en que es mucho mejor conservar la soledad interior viviendo en el mundo. En la práctica, sus vidas son devoradas por actividades y estranguladas por apegos. 

La soledad interior es imposible para ellos. La temen. Hacen todo lo posible para huir de ella. Peor aún, intentan atraer a todos a actividades incesantes, devoradoras como las suyas. Son grandes promotores de obras inútiles. Les gusta organizar reuniones y banquetes, cursos y conferencias. Publican circulares, escriben cartas, hablan durante horas por teléfono para poder reunir un centenar de personas en una gran sala, donde llenan el aire de humo, hacen gran ruido, se gritan el uno al otro, aplauden y, finalmente, parten agobiados para la casa, dándose golpecitos en la espalda, convencidos de que hicieron grandes cosas para ensanchar el Reino de Dios. 

Thomas Merton

Ciao.

 

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