Hay dos formas posibles de caminar por la montaña. Una es estando pendientes de encontrar las señales que nos confirmen que vamos por buen camino. Esta actitud de búsqueda nos permite contemplar la belleza y los matices del paisaje. Sin embargo, cabe otra posibilidad. Y es la de saber andar de forma prudente con la vista puesta sólo en nuestro propio paso por miedo a tropezar con los posibles obstáculos del camino. Ciertamente, también así se puede llegar al destino deseado, pero entonces resulta más difícil memorizar la ruta y para cuando quisiéramos hacer memoria, el único recuerdo que tendríamos sería el de nuestros pies y el polvo del camino.
Hoy domingo, el Señor nos invita a recorrer nuestro itinerario espiritual y vital pendientes de las señales del camino al estilo de María, que conservaba y guardaba todas las cosas en su corazón. Sólo así nuestra oración podrá ser memoriosa y agradecida al tiempo que confiada en el futuro, porque reconoceremos que el Señor ha cumplido con nosotros sus promesas.
Ciao.
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