lunes, 20 de junio de 2022

Los nardos

Una preciosa historia, que desconozco el autor, pero me ha encantado.

Un día que estaba Jesús con su Madre, surge la siguiente conversación.

Mamá, ¡Qué bien huele este campo! 

- Son los nardos los que despiden este olor, contesta María a Jesús.

- ¿Y qué flores son, Mamá?

- Mira, aquella blanca que parece como una espiga y que nace junto a la piedra. 

Jesús se despegó de la sombra de su madre y en una carrera se acercó a la flor. La miró, apoyó la rodilla en el suelo y sus dedos tiraron del tallo, hasta arrancarla. Con cara de misterio exhaló el aroma profundamente, mientras sus párpados dibujaban una mueca de satisfacción.

- Mamá, ¿Si la guardo en un tarro con agua llenará de su olor toda la casa?

- Claro. Llévatela y verás como todo va a oler a nardo. 

- ¿No te he contado lo que le pasó al barro del arroyo del Alfarero? Le dice María.

- Esa historia no me la sé, mamá. 

- «Hace muchos años había en Nazaret un alfarero llamado Dan. Recorría los campos en busca de buena arcilla para moldear sus cántaros. Un día, cansado, se sentó junto al arroyo para beber un poco de agua. Pisó la hierba y descubrió que debajo estaba la arcilla que buscaba. Llenó las espuertas de su asno y se fue al taller. Con ilusión tomó la primera pella de barro y comenzó, con manos de artista y corazón de madre, a moldear el primer cántaro. De pronto, se detuvo. Lo que estaba amasando olía a nardo, en lugar de a moho. Se puso a hablar con el barro, como con un hijo y le dijo.

- ¿Por qué hueles tan bien? El barro huele a humedad de podredumbre.

- Querido artesano. ¡Yo he tenido la suerte de vivir junto a los nardos!»

Acabada la historia le dice Jesús a su madre. 

- Mamá, ¿El olor se pega?

- Sí, Hijo; está en el aire, penetra en nuestro pecho, y nos entran ganas de ser como el olor que hemos

sentido.

- Y las personas, ¿También huelen?

- Sí. Notamos que han pasado por allí, porque han dejado su olor. Pero para eso hay que tener muy buen olfato.

Pues, tú, Mamá, hueles mejor que el nardo, porque enseguida todos notan por dónde has pasado.

Ciao.


 

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