Has descubierto la existencia de las personas faro. ¿No las conoces? Si lo piensas… Seguro que a ti también se te dibuja un nombre, una cara y una voz en la mente.
Son esas personas que están ahí de alguna manera, a veces firme y clara, a veces inadvertida hasta que son necesarias. Esas personas que te traen de vuelta con un abrazo, con una sonrisa o con un café. Con su cariño. Con amor.
Para mí, lo más especial de las personas faro es que no se mueven. No van detrás de ti. No te atan. No te prohíben partir. No usan cadenas ni anclas. Permanecen firmes en su lugar mientras tú navegas. No te llaman. Solamente lanzan destellos de luz, para indicarte el camino de vuelta cuando quieras volver. Para que no te estrelles contra las rocas. Para que sepas dónde tienes un puerto seguro.
Incluso solamente para que en la distancia, aunque aún no emprendas el camino de vuelta, sepas que siguen ahí.
Ciao.
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