¡VIVIRE CADA DIA, SEÑOR!
Como si fuera el primero, y a la vez, el último de mi existencia.
Dándote gracias, por lo mucho que me das, y soportando, las pequeñas cruces que –grandes o diminutas- caen sobre mi hombro.
Sentiré cada día Señor, tu fuerza, que me empuja y me levanta, tu poder, que es más grande que toda mi debilidad, tu presencia, que me garantiza un futuro, tus promesas, que me animan en mis ideales.
Daré gracias a tu nombre Señor, porque tu Palabra, me habla de un final feliz, de cosecha abundante y rica,
de premio merecido a quién hizo buen combate de una primavera eterna después de este invierno.
¡VIVIRE CADA DIA, SEÑOR!
Como el vigilante que guarda un gran tesoro.
Como el vigilante que ante el horizonte grita una y otra vez: ¡Tierra a la vista!
La tierra de la Ciudad Eterna.
La tierra donde todo es eterno.
La tierra donde brilla Dios en su plenitud.
La tierra de la paz que no conoce la guerra.
La tierra donde habita Aquel que se encarnó.
La tierra donde todo es familia y felicidad.
¡VIVIRE CADA DIA, SEÑOR!
Sabiendo que, un día más, es un día menos.
Un día más en el mundo, pero un día menos para estar cerca de Ti.
Un día más para hacer el bien y un día menos en el intento de haber cambiado.
Un día más para emplearme a fondo o un día menos para buscar lo eterno.
¡VIVIRE CADA DÍA, SEÑOR!
Sabiendo que al final, y como buen final, me aguardas y me esperas Tú.
Amén
Javier Leoz Vetura
Ciao.
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