Gangas y saldos.
La vida, rebajada a base de apariencias.
El amor, suplantado por afectos fugaces.
En lugar de sentido, diversión.
En lugar de horizonte, espejismos.
Uno acumula tesoros que un día resultarán estériles tras haber traicionado sus promesas.
Tristes ídolos, disfrazados de inmediatez, que nos ciegan sin dejarnos bailar con el tiempo.
Metas fugaces, que te sacian por un instante y te dejan hambriento de nuevo.
Dejarse seducir sin perder la libertad, saber arrodillarse admirando la grandeza, eso solo ante Dios.
Su Palabra que conmueve, su rostro hecho hermano, el Pan de todos, la cruz, difícil, pero ya vencida.
En Dios todo encuentra su sitio.
José María Rodríguez Olaizola, SJ
Ciao.
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