Puedo buscarte, con una brújula que apunte hacia dentro. Es inútil.
El mapa más vistoso, trazado a base de rutina e inercias, no ha de llevarme a Ti.
Si te persigo al final de una cascada de palabras, tan hermosas como vacías, no estarás en esa agua.
En el amor calculado, en la profecía sin riesgo, en el compromiso medido, o el evangelio con precio, tampoco te encontraré.
Hay que ser Zaqueo encaramado a lo más alto, joven rico vencedor del miedo.
Hay que ser Magdalena levantada del suelo, o discípulo, que encarando la tormenta, se lanza a tu encuentro.
Hay que ser Pedro desconcertado, Tomás cuestionado, Pablo ciego.
Hay que ser aprendiz de justicia, alfarero de lealtades eternas, constructor de tu reino.
José María Rodríguez Olaizola
Ciao.
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