“Esta persona es de una sola pieza” es una frase del acervo de la sabiduría popular que recoge un principio de vida importante: Ser personas cabales, íntegras, coherentes. Si miramos en el itinerario propuesto en los Ejercicios nos encontramos con que al final del camino Ignacio pretende que seamos también seres unificados, capaces de ofrecer todo y no parte de lo que somos al Señor. Lo recoge de una manera bella con la oración del “Tomad, Señor, y recibid…”.
Muchos momentos de la vida nos han enfrentado a la desazón de haberlo entregado todo y, sin embargo, habernos quedado con la sensación de tener las manos vacías. La tentación que golpea en estos casos es cerrar la puerta de nuestro corazón o bien la de empezar a fraccionarse en entregas parciales, entrar en la dinámica de las rebajas humanas... ¿Quién no ha pasado por esto alguna vez?
Cuando vivimos experiencias de encuentro con el Señor en las que Él se nos regala por completo, sale de manera natural el deseo entregarse enteramente, de no querer guardarse nada y poner en juego lo más sensible de nuestro ser: Libertad, memoria, entendimiento, voluntad, afecto. Cuando empezamos a poner “toda la carne en el asador” la vida comienza a integrarse…
Espiritualidad Ignaciana
Ciao.

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