¿Cuántas veces me he sentido frágil, pequeño o incapaz? ¿Me da miedo asumir grandes proyectos porque creo que no tengo ni los talentos ni la fuerza para poder hacerlo? ¿En qué ocasiones siento que el proyecto de Dios es tan grande, que no podré con él?
Cuando contemplamos el misterio de la encarnación en profundidad, nos damos cuenta de que Dios no le teme a la fragilidad humana, Dios no le teme a mi pequeñez y se vale de ella para llevar adelante la redención.
Y es que Dios está pendiente de la historia, de su creación, de la vida… Y desde la fragilidad, desde mi propia fragilidad, decide redimirla, abrazarla con ternura, asumiéndola plenamente para continuar la obra de la salvación. Dios no teme mi pequeñez, se vale de ella, se encarna en esta realidad que es la mía, para que sin miedo continúe, con él y con los otros, haciendo redención.
Espiritualidad Ignaciana
Ciao.

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