Como en todos los conceptos, o como todo en la vida, nunca hay categorías definitivas ni definiciones absolutas. Esto ocurre con el orgullo, que puede ser bien o mal utilizado.
Podemos definir dos tipos de orgullo, el positivo y el negativo. Al orgullo positivo se le llama autoestima y autoconfianza, y al negativo soberbia.
El orgullo positivo es necesario para sentirnos seguros y llevar una vida equilibrada, valorarnos en nuestra justa medida, situarnos en nuestra existencia y estar orgullosos de ella: Esto es algo absolutamente sano.
El segundo orgullo, el que nos aleja y eleva del mundo, va a ser el mejor generador y “atascador” de conflictos que podemos tener.
El lado negativo del orgullo es definido como el exceso de estima hacia uno mismo y hacia los propios méritos, por los que la persona se cree superior a los demás. Este tipo de orgullo nos incapacita para reconocer y enmendar nuestros propios errores y pone de manifiesto la falta de humildad.
Chema Montserrat
Ciao.
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