miércoles, 21 de diciembre de 2022

Sentir y agradecer

Cada noche ofrezco lo que ha sido el día, y doy gracias a Dios por ello.

Recuerdo mi despertar, lo primero que siento, lo que espero, lo que deseo. Y doy gracias a Dios por ello. Lo siguiente que hago, el desayuno, si es rápido o calmado, los primeros sabores, las luces de la mañana, las primeras conversaciones. Lo que siento, lo que hago. Y doy gracias a Dios por ello.

Cuando me preparo, y cuando salgo de casa para ir al trabajo. Miro lo que siento, lo que me encuentro, lo que recuerdo. Y doy gracias a Dios por ello. Por el camino al trabajo, las personas que veo, si saludo, si reconozco algo nuevo. Y doy gracias a Dios por ello.

En mi lugar de trabajo, cuando llego, cuando comienzo, los saludos y los encuentros. Las conversaciones que tengo, los pensamientos, lo que siento y lo que deseo. Y doy gracias a Dios por ello. 

Si aprendo algo nuevo, si estoy atento, si me reconocen los compañeros. Si alguien me habla o me atiende. Lo que hacen los demás compañeros, lo que recibo y lo que yo hago por ellos. Y doy gracias a Dios por ello.

Recuerdo el descanso, los encuentros formales e informales, las conversaciones que tengo. Lo que siento, lo que percibo y recuerdo. Y doy gracias a Dios por ello. Pienso en el ocio que hoy tengo, con quién lo tengo, y cómo lo tengo. Y doy gracias a Dios por ello. 

Al final del día, el camino de regreso, recuerdo cómo lo llevo. Lo que siento, lo que veo, lo que encuentro. Y doy gracias a Dios por ello. Llegar a casa y recoger lo puesto, atender a la gente que tengo, a las personas que quiero. Y doy gracias a Dios por ello.

Espiritualidad Ignaciana

Ciao.

 

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