¡Bienaventurados!
Dijeron felices los importantes, los radiantes, los esbeltos, los que exhiben abundancias, los que llegaron primero, los opulentos, los fuertes, los que nunca naufragaron, los que manejan los hilos, los que siempre caen de pie.
La vida era una carrera hasta conquistar la dicha reservada a unos pocos.
Al escucharlo pensé, soy un infeliz.
Dijiste felices los pobres de espíritu, los frágiles, los que lloran, los rechazados, los abatidos, los golpeados,
los que se esfuerzan aunque fracasen, los derrotados que aún confían, los que aman.
Un dique se rompió. Miré alrededor. Otros ojos brillaban.
El silencio fue sed, y empecé a beber de tus palabras. Había esperanza para las sombras de dentro.
José María Rodríguez Olaizola, SJ
Ciao.
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