Hagamos tres tiendas para resguardarnos del miedo a no poder, de la indecisión de no saber, del vértigo de caer.
Hagamos tres tiendas, aquí, donde el afecto es cálido, la fe es segura, el evangelio amable.
¿Para qué regresar a la tierra hostil donde deambulan quienes ni creen ni dejan creer?
Hagamos tres tiendas aquí, donde tu voz es caricia, y la mesa está puesta para todos.
No puede ser.
No hay tienda, refugio, ni defensa para quien hace de la justicia bandera, del perdón, camino, de la cruz, escuela.
Es la intemperie, la tierra donde ha de gestarse el Reino.
¿De qué sirve la calidez de una piedad íntima si luego, fuera, en las calles, en la brega, se ignora al prójimo y se trivializa el amor?
¿De qué la devoción fácil que no conduce a las fronteras donde se encuentran los extraños, donde se siembran preguntas y germinan respuestas?
José María Rodríguez Olaizola, SJ
Ciao.
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