Vivimos en un mundo en el que le damos valor a lo más caótico y la armonía por desgracia pasa desapercibida.
Somos adictos al descontrol y a los malos hábitos.
Estamos alimentados por la mentira, por la falta de amor, por la poca empatía y por el egoísmo.
Nos solemos enfermar por el estrés, la ansiedad y la depresión.
Nos cuesta salir de la oscuridad en la que estamos inmersos y siempre buscamos a los culpables de nuestros problemas y desgracias.
Ya es hora de que cambiemos nuestra forma de pensar. Seamos conscientes de lo que vivimos nosotros mismos.
Si no nos gusta algo, cambiémoslo.
La peor tormenta es la que más sacudidas nos trae, para luego dejar paso a la calma.
Ciao.
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