No me resigno. Una frase de un hombre grande. Que hoy se me vuelve pregunta. ¿Y yo? ¿Vivo resignado, o combativo? ¿Acostumbrado, o inquieto? ¿Domesticado, o rebelde? Y la pregunta sigue tomando cuerpo. ¿A qué no me resigno yo?
No me resigno a que mi fe sea solo rutina. Tiene que ser batalla, duda, fuego, aliciente, refugio e intemperie al mismo tiempo. No me resigno a que tantos estén de vuelta de Dios sin conocerlo, sin darle ni siquiera una oportunidad a su posibilidad. ¡No! No me resigno a la noche que acaba con el horizonte sin esperanza de otro amanecer. No me resigno a que los deseos sean mayores en mi memoria que en mi presente. Ni a que la injusticia me deje indiferente. No me resigno a sucedáneos del amor. A vivir más entretenido que entregado. A la cómoda ironía. A la crítica sin profecía. A dar vueltas moviendo molinos en lugar de luchar contra ellos. A la ceguera. No me resigno.
José María Rodríguez Olaizola
Ciao.
No hay comentarios:
Publicar un comentario