Una segunda oportunidad

Hay que pedirle a la vida una segunda oportunidad. Abrir de par en par las ventanas para que entre el sol cada día y dejar pasar aires nuevos que se lleven ese olor a rancio que nos dejan las frustaciones y ciertas personas. Arriesgarse siempre, si no lo hacemos nunca seremos nosotros y además de ese horrible olor nos quedarán las dudas.

Aprender que a veces las mentiras no duelen, que duele mucho más la verdad cuando no se dice, el engaño y la falsedad. Las risas con desgana y los elogios enmascarados. La gente de "Tiro la piedra y escondo la mano", de esos siempre: LEJOS.

Quitarse uno solo las espinas que llevamos clavadas en el corazón. Una a una, despacio, suavemente. Hay que aprender a convertir lo dulce en amargo. Lo breve bueno en infinito.

Hay que encender ilusiones como si fueran estrellas. Iluminar este mundo con su luz. Huir de las tinieblas, escapar... Y creer, siempre creer que somos capaces de hacerlo y conseguirlo.

Chema Montserrat

Ciao.