“Vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Eclesiastés 1, 2).
Si todo es vanidad, ¿Qué vale entonces la pena en esta vida? Lo vano es algo que no tiene peso, ser o realidad. La existencia de miradas desgastadas sobre la vida, de ecos acostumbrados sobre los temas más recurrentes de nuestra vida, son una realidad innegable de nuestra vida en la que nos desgastamos y perdemos el ánimo de vivir. Así como nos cansamos de una misma camisa, también pierde gracia a veces una amistad o incluso damos por descontada una gran oportunidad. No es mentira que es una posibilidad que todo pierda consistencia y perdamos el asombro por la vida y sencillamente el tedio nos consuma y la vida sea una fatalidad de algo que ya no entusiasma. Esta pérdida es a veces insensible, silenciosa, “poco valiente” para dejarse notar y generalmente está asociada a nuestro confort. Lo inquietante es que… La vida es siempre distinta, pero nos hemos hecho sordos a su asombro, la vida es siempre una obra inédita, somos nosotros que hemos creído que nada nuevo hay bajo el sol. ¡Somos nosotros los que hemos acabado con el asombro y acabando con él, acabamos con la vida!
Espiritualidad Ignaciana
Ciao.
No hay comentarios:
Publicar un comentario