viernes, 3 de mayo de 2024

Ahogarse en la rutina


 Con el ritmo de vida que llevamos, la cantidad de estímulos externos, el estrés, los plazos de entrega y las diferentes preocupaciones que inundan nuestro día a día muchas veces caemos en el error de poner el piloto automático y dejarnos llevar. Y así, pasan los días, las semanas y los meses sin apenas darnos cuenta y otra vez ya estamos en Navidad, nuestro cumpleaños o al final del verano.

Cuando nos queremos dar cuenta hace semanas que no hemos ido a misa, semanas en las que no hemos buscado ni cinco minutos para leer el evangelio del día o simplemente para estar un rato con Él. Y aunque nos proponemos ir a misa el próximo domingo, hacer el examen ignaciano esta noche o rezar un padrenuestro en el próximo semáforo cuando nos damos cuenta ya volvemos a estar a lunes y la rutina nos ha vuelto a ahogar una vez más.

Aunque ya haya avanzado febrero, aunque no hayamos ido al gimnasio todos los días y no hayamos dejado de mordernos las uñas, nunca es mal momento para replantear hacía dónde, o quién, queremos dirigirnos este año, esta vida. Ojalá que en estos momentos de ahogo seamos capaces de volver a poner a Dios en el centro, de vaciarnos y que Él ocupe de nuevo todos nuestros espacios. Ser capaces de distinguir su luz entre la bruma y de redirigirnos hacia Él. En momentos donde sentimos nos ahogamos, que Dios sea ese pequeño oasis donde parar a respirar.

Blanca Rovira

Ciao.

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