EL BANQUETE...
La mesa está llena.
Se sirven manjares exquisitos: La paz, el pan, la palabra de amor, de acogida, de justicia, de perdón...
Nadie queda fuera, que si no la fiesta no sería tal.
Los comensales disfrutan del momento, y al dedicarse tiempo unos a otros, se reconocen, por vez primera, hermanos.
La alegría se canta, los ojos se encuentran, las barreras bajan, las manos se estrechan, la fe se celebra… Y un Dios se desvive al poner la mesa.
José María R. Olaizola, SJ
Ciao.
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