jueves, 27 de junio de 2024

Elige lo que te haga pegar a Él a tu corazón

Pero, sobre todo, elige en conformidad a lo que Dios quiere de nosotros: Que nos esforcemos en escuchar su voz en nuestro corazón. Voz interior que es nuestra vida, porque nos va orientando en el seguimiento humilde y en la aceptación de que se haga su obra en nosotros. Es necesario que busquemos la última confluencia entre nuestro más auténtico deseo y el Deseo de Dios para mí, que es su Espíritu. 

Muchas veces no encontramos en un primer momento esa confluencia, porque nuestros deseos son inciertos e inseguros. Pero la dinámica del desear humano encierra unos deseos en otros, y los primeros que nos aparecen no siempre son los más profundos. Es preciso ahondar más y más, explorar mejor lo que se oculta en nuestra desmedida ambición y el propio interés, para poder descubrir lo más auténtico de nuestra decisión y poder tomarla con contentamiento.

Sólo el corazón le habla al corazón. Si la Palabra de Dios está tan cerca de nosotros y su salvación se conforma con la decisión de creer en ella y de ser fieles a sus inspiraciones, entonces tendremos que preguntarnos por nuestro deseo de una mayor intimidad con Jesús. La gracia del Señor es una cualidad de cercanía, es una atención muy fina a su contacto piel a piel, corazón a corazón. 

Nunca se trata de seguir un dictado de mandatos, sino de confiarnos sosegadamente a una Persona: Jesús, el dueño de nuestra intimidad, el amigo fiel de cada uno. La amistad de Jesús se resume en revelarnos todo lo que Él ha recibido del Padre y en mostrárnoslo en su vida puesta al servicio de todos, en especial de los más pequeños. Nosotros, si queremos secundar sus deseos, tendremos que afinar el trato personal con Él y ganar en un íntimo sabernos suyos, injertados a su cuerpo como los sarmientos a la Vid.

Elegir la Vida, de verdad, es elegir la fidelidad y la felicidad, es decir: La fecundidad de una vida abundante. Nuestra vida cotidiana suele estar muy limitada por un estilo bastante mediocre y muy disperso. Precisamos de un aliento nuevo, una ilimitada confianza en Dios que nos pueda poner en el ámbito del exceso: Más holgura apostólica y más hondura espiritual. Elegir la vida nos tiene que poner más decididamente en la cita ineludible con la pobreza y con los rostros de las nuevas carencias de nuestra sociedad. Más vida significa más compromiso a favor de la vida y menos enclaustramiento en la mundanidad espiritual que nos está ahogando. Elegir la Vida para vivirla con mayor plenitud en la comunión con Dios y con los hermanos.

Xavier Quinza

Ciao.

 

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