¿Es de los nuestros?
Pregunta amenazante el guerrero.
¿Es de los nuestros?
Inquiere suspicaz el inquisidor.
¿Es de los nuestros?
Exige selectivo el fariseo.
¿Es de los nuestros?
Demanda ofuscado el sectario.
¿Es de los nuestros?
Plantea descompuesto el maniqueo.
No es esa la pregunta.
No es esa la verdad que nos inculcas.
No es ese nuestro modo de ser pueblo, de ser familia, de ser iglesia.
Quizás fuera todo más sencillo si alguna vez, mirando al otro, me atreviese a preguntarle si también es de los tuyos, Señor, aunque sea de otro modo.
José María R. Olaizola, SJ
Ciao.
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