Felices vosotros los pobres, los que tenéis pocas cosas y os sentís contentos, los que no deseáis tener más, los que os conformáis con lo que os depara la vida, los que tenéis bienes materiales y los usáis con desprendimiento…
Felices los pobres de espíritu los que sabéis tener como si no tuvierais, los que no tenéis apego a las riquezas, los que tenéis el corazón desapegado de las cosas…
Felices vosotros, los pobres de espíritu, los que no os sentís superiores a los demás, los que sabéis que todos somos iguales en el corazón de Dios.
Felices los pobres de espíritu, porque sabéis sentiros hermanos de todos, porque no despreciáis a nadie, porque os sentís gozosos de servir a vuestros hermanos.
(La dimensión contemplativa de las Bienaventuranzas)
Ciao.
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