Felices las mujeres que luchan por la igualdad, porque engendran una nueva manera de vivir.
Felices las rescatadoras de libertad, porque con su vida conquistan la justicia.
Felices las que descubren en su trabajo político una dimensión renovada del amor.
Felices las que se convierten ellas mismas en Evangelio, porque hacen creíble que Dios vive en medio de su pueblo.
Bienaventuradas mujeres fuertes, generosas, que en búsqueda conjunta y solidaria con los varones, testimonian que es posible ser iguales en la diferencia.
Bienaventuradas mujeres cariñosas, emprendedoras, que proclaman y construyen un mundo más humano.
Bienaventuradas mujeres tiernas, diligentes, que con su esfuerzo y trabajo realizan la transformación.
Alégrense cuando anticipando la utopía de la liberación, cultivan, cosechan y reparten el pan de la fraternidad y la solidaridad.
Rosa Ma. Zúñiga o.p.
Ciao.
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