Tengo hambre de ti.
De nada me vale pretender saciarla con trozos de engaño.
De nada el amor buscado en espejos.
Se me va la vida malgastando el tiempo, devorando historias que olvido al instante.
Distraigo esta ansia surfeando las horas.
Me pierdo por calles de falsas promesas.
Crece en mí un anhelo que a ratos me exalta y a ratos me sume en congoja y duelo.
Es hambre de ti, y yo confundido con necios deseos.
No acierto a volverme hacia el bien que ofreces.
Tu mesa está lista.
Eres el pan vivo, la verdad, la vida, el camino abierto.
Eres el amigo, y eres el maestro.
Tus pasos, tus gestos, tu vida entregada, tu llamada, el reino.
Tu paz en la tierra, tu abrazo en el cielo.
Solo hay que gustarte para comprenderlo.
José María Rodríguez Olaizola, SJ
Ciao.
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