Hay noventa y nueve razones para la comodidad, y una para la inquietud. Y, sin embargo, es esa única razón la que pone el tiempo en movimiento, el corazón en estampida, las manos a la obra, la mente agitada, buscando soluciones, y los pies corriendo, para alcanzar las simas donde yace la oveja perdida.
Hay noventa y nueve formas de amor domesticado, y una de amor sin medida. Y, sin embargo, es esa pasión infinita la que, como agua desbocada, e lleva por delante resistencias y apatía, la que desatasca los reductos cerrados del alma, la que convierte la quietud en energía.
Hay noventa y nueve palabras huecas y una Palabra viva. Pero es esa única Palabra, acampada entre nosotros, la que le da sentido a todo. Basta con escucharla.
Y así, con una razón, una pasión y una Palabra, nos envías al camino. Allá vamos, pues…
José María R. Olaizola, SJ
Ciao.
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