jueves, 16 de octubre de 2025

La Viga en el ojo

¿Quién me nombró juez de mis hermanos?

¿Quién me convirtió en perseguidor implacable, dispuesto a señalar cada falta, cada error, y cada carencia?

¿Cuándo me otorgaron el poder de condenar?

¿En qué espejo de extraña perfección creí reconocerme, para señalar, con dureza los fallos ajenos?

Qué ceguera, Señor, la mía.

Qué soberbia disfrazada de virtud.

Qué dureza revestida de méritos.

Qué inconsciencia sobre mis pies de barro.

Ayúdame a evitar veredictos y sentencias, y que sepa dejarte a ti ser Juez y Padre de todos.

José María R. Olaizola, SJ

Ciao.

 

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