El tercer domingo de Adviento, conocido como el "domingo de la alegría" o Gaudete, nos invita a reflexionar sobre la alegría profunda y verdadera que proviene de la fe y la espera de Jesús. Se enfoca en la alegría espiritual, que se vive en la confianza en Dios a pesar de las dificultades y se manifiesta en la disposición a vivir con justicia y caridad, como predicaba Juan el Bautista. La verdadera alegría está en compartir la fe, en la confianza en los planes de Dios y en la preparación del corazón para recibir al Salvador.
La alegría no es solo felicidad temporal: Es una alegría serena y profunda que nace de la confianza en que Dios está con nosotros y nos acompaña.
La confianza en Dios: Se nos invita a confiar en Dios, incluso cuando la situación es incierta, reconociendo que Él cumple sus promesas a pesar de nuestras dudas.
La preparación a través de la acción: La preparación para la llegada de Jesús no es solo interna, sino que se traduce en acciones concretas de caridad, justicia y honestidad en nuestra vida diaria.
Compartir la fe y la alegría: La alegría de la fe no se guarda, se comparte. El ejemplo es María visitando a Isabel.
El "SÍ" de María y nuestra propia respuesta: Reflexionar sobre la disponibilidad de María y preguntarnos qué "sí" podemos dar hoy a los planes de Dios.
La humildad y la conversión: Aceptar nuestra propia debilidad nos acerca a la fortaleza de Dios. La invitación de Juan el Bautista es a la conversión y a vivir de manera diferente.
Ciao.

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