jueves, 4 de diciembre de 2025

La bondad que permanece

Cuenta una leyenda que un hombre subió las grandes montañas de Europa en busca de un sabio que vivía en las cavernas. Al encontrarlo le hizo la siguiente pregunta: ¿Qué es la bondad?, A lo que el sabio respondió con esta historia: Cuando era niño, mi abuelo me contó la historia de un hombre que vivía en un pueblo costero. Cada mañana, sin falta, recogía con sus manos pequeñas las conchas rotas de la playa. Nadie entendía por qué lo hacía. “Son basura”, decían. Pero él insistía en limpiarlas y devolverlas al mar. “El mar también merece belleza”, respondía.

Pasaron los años, y aquel hombre murió sin que muchos notaran su ausencia. Pero tiempo después, cuando una tormenta arrasó el pueblo, fue esa misma zona —la que él cuidó por décadas— la única que resistió. Las conchas, endurecidas por el sol y la sal, se habían vuelto parte de una barrera natural que protegió la costa.

Ser bueno se parece mucho a eso. Nadie lo aplaude. Parece tonto. Parece inútil. Pero al final, es lo único que deja cimientos invisibles donde todo lo demás se desmorona. Ser bueno cuesta. Te ridiculizan, te usan, te subestiman. Pero también te hace libre. Porque la bondad es el único valor que no depende del otro: nace de ti, y te eleva. En un mundo de máscaras, ser bueno es volver a ser humano.

Tal vez nunca salgas en un titular. Tal vez nadie lo note. Pero cada acto de bondad que haces, cada verdad que sostienes, cada compasión que entregas, construye una barrera contra la desesperanza.

Saúl Marrero

Ciao.

 

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