jueves, 23 de octubre de 2008

Reflejo de luz


Cuántas personas caminan desoladas y solas... Andan y sienten que sus pasos las conducen a ningún lugar. Perdieron, hace mucho, la dirección de la esperanza... Varias se debaten en las tinieblas de la desilusión, del abandono, de la desdicha...

Se suceden los días, los minutos, y pasan como si trajesen consigo una suma cada vez mayor de sinsabores... La vida les parece un eterno anochecer, una oscuridad eterna...

Miles de criaturas están al borde de un colapso nervioso. Muchos corazones están casi sofocados de angustia, de añoranza, de desesperación, deambulando en el pasado, en busca de recuerdos perdidos...

Nosotros podemos ser un reflejo de luz. Podemos cultivar en la intimidad un jardín de flores y luces y sembrar esperanza.

Podemos ser la madrugada radiante que trae consigo la melodía de los pájaros anunciando el alba. Podemos ser el amanecer de aquellos que se debaten en la oscuridad, trayendo los primeros rayos de sol que vencen las tinieblas, irradiando claridad y confort.

Podemos ofrecer una frase de optimismo o una palabra de fe, que les devuelva la confianza en el futuro... Podemos destacar el valor, de modo que el desaliento no se transforme en un arma destructora. Extender el puente del diálogo amigo, capaz de lograr el equilibrio y la serenidad.

Seamos un reflejo tranquilo. Pero para eso es necesario cultivarlo en el corazón. Es preciso que sembremos flores de comprensión, de amabilidad y dulzura. Es tan triste caminar en la soledad... Más triste aún es tener como compañía a la desesperanza.

Derrotemos, en definitiva, a la indiferencia, derrumbando las murallas del orgullo, que nos impiden ver las necesidades de los que caminan a nuestro lado. Seamos un reflejo de luz, de paz, de esperanza.

Actuando así, sentiremos la suave felicidad invadiéndonos el alma, penetrándonos el corazón y aliviando nuestras carencias y dolores. En la medida en que nos sentimos útiles con alguien, recibimos las bendiciones que tanto precisamos. Olvidemos los pies heridos en las espinas del camino y sentiremos crecer nuestras fuerzas.

Ayudándonos unos a otros, y conseguiremos alcanzar la cima de la montaña, desde donde podremos divisar la llanura cubierta de hierbas y flores, como premio a los esfuerzos realizados.

No hay noche que perdure para siempre. El punto más alto de la oscuridad es también el inicio de la madrugada, que trae consigo la claridad, venciendo las tinieblas. Las nubes, por más densas que parezcan, son efímeras y pasajeras, pero el sol perdura.

Ciao.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es muy buena la reflexión, la he leido muchas veces y siempre me ha gustado.

Militos dijo...

Lojeda: ¿No crees que a veces las personas se sienten solas porque se cierran en sí mismas, no saben darse a los demás?, puedes tener momentos delicados pero la soledad absoluta, a mi parecer, se la busca cada uno y aunque quieras ayudarles no te dejan.
Muy bonito post y preciosa foto
Un abrazo