La escoba, ese utensilio doméstico muy útil y que siempre tenemos afuera de la casa: En el lavadero, debajo de la escalera, o bien escondida en un armario....
Ella nos presta un buen servicio, y sobre todo a las que hacemos esas tareas : Barre todo aquello que ha caído de la mesa, las pelusas que se esconden debajo de la cama, las telarañas que nacen en las esquinas del techo...
En fin, su vida siempre está al servicio de las personas que la toma y la dirige, pues son incapaces por sí solas de crear un solo movimiento, y siempre depende de unas manos para cumplir su misión.
Ella quisiera siempre hacer una buena labor, pero todo depende de las manos directoras. Si ellas no saben utilizarla, resultará que el lugar no quedará limpio, y solamente se esparcirá la suciedad.
Su vida termina, cuando ya su misión ha sido cumplida, cuando sus cerdas se han desgastado cuando ya no puede realizar ya ninguna tarea.
Entonces, el amo, la sacará a la basura, la tomará en sus manos y la echará al camión. Y allí comienza una nueva tarea: Quizá las cerdas ya no sean útiles ¿Pero, y el palo de la escoba? Todavía puede ser útil.
Pues bien, la vida del hombre también se asemeja a la vida de una escoba. Su vida entregada al plan de Dios supone el dejarse dirigir por Dios para realizar la misión que se le confía, no puede ser protagonista de ninguna tarea o misión, pues cuando esto sucede, cuando el deseo de ser el personaje principal, la misión nunca queda cumplida.
Se trata, por tanto, de dejarnos tomar por Dios, de ser instrumentos dóciles y entre sus manos cumplir la tarea que Dios tenga preparada para cada uno de nosotros.
Es cierto, nuestra vida pasará por varias etapas, y con el paso de los años, nuestras fuerzas y energías irán disminuyendo; he ahí la transformación de nuestra tarea-misión.
Quizá en el cumplimiento de nuestra misión, quedemos como la escoba olvidados en el patio. Pero eso no tiene importancia cuando hemos puesto toda nuestra vida por la causa de Dios: la construcción del Reino.
Ciao.
3 comentarios:
Hola Lourdes: esta entrada me hace recordar a Fray Escoba, como quería que le llamaran San Martín de Porres. Él vivió en amistad constante con el Señor, se cuenta que hizo muchos milagros en vida, pero era muy humilde y servicial y siempre decía que era como una escoba en manos de Dios. Saludos y bendiciones.
Buenas tardes Lourdes, muy buena la parábola de la escoba, es un fiel reflejo de nuestra vida, y muy bonita la caminata por el bosque, como siempre sigo de ti aprendiendo y recordando.
Muchas gracias
Muchas gracias amigos por vuestra palabras.
Marisela, en mi casa siempre tuvimos mucha devoción a San Martín de Porres, y creo que el recuerdo de este gran santo me ha hecho poner este post.
Angel, verdaderamente me abrumas con tu palabras. Me alegro que te haya gustado el post, y creo que es cierto, que los humanos somos como las escobas, lo que pasa es que aunque sea en el desecho, debemos seguir siendo útiles a los demás.
Un gran abrazo a los dos.
Publicar un comentario