jueves, 11 de noviembre de 2010

La mentira


La sociedad existe sólo cuando está edificada sobre principios irrenunciables. Uno de ellos es el de la confianza mutua.

Vivimos con otros, en casa o en la calle, en el trabajo o en el autobús, en un parque o en un equipo de deporte, porque existe entre nosotros confianza mutua. Porque pensamos que hay respeto, honestidad, acogida. Porque creemos que el familiar o el amigo no nos engañan, son sinceros.

Pero la confianza y toda la vida social quedan gravemente heridas por culpa de la mentira. Porque la mentira implica engaño, traición, injusticia.
Porque la mentira nace cuando uno quiere “usar” la buena fe de los otros, para satisfacer un pequeño gusto egoísta o para alcanzar una enorme “ganancia” a costa de los demás.

Según san Agustín “La mentira consiste en decir falsedad con intención de engañar”.

A través de la mentira se dañan gravemente las virtudes de la caridad y de la justicia. Perjudica enormemente a la sociedad, precisamente por dañar la confianza entre los hombres: “La mentira, por ser una violación de la virtud de la veracidad, es una verdadera violencia hecha a los demás. Atenta contra ellos en su capacidad de conocer, que es la condición de todo juicio y de toda decisión".

Estamos de acuerdo: La mentira provoca daños enormes, hiere profundamente la confianza entre los hombres... Pero... ¿Cómo vencerla? ¿Cómo eliminar esa tentación continua que nos lleva a engañar, a manipular las palabras para conseguir una “victoria” (más dinero, un ascenso laboral), para desahogar la sed de venganza, para herir por la espalda a nuestro prójimo?
La mentira daña a las personas en particular y a la sociedad en general. Daña la imagen de una persona, y la imagen de un país.

Ciao.

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