jueves, 20 de enero de 2011

El voto en blanco


Hace tiempo, cuando estaba toda la publicidad de las elecciones catalanas, leía este artículo sobre el voto el blanco en las elecciones.
Pronto empezarán a bombardearnos los candidatos a las próximas elecciones municipales, en mayo , y he pensado que podría venirnos bien, saber lo que puede significar un voto en blanco en las urnas.

Gran dilema testimonial, aunque fácil de resolver.

Veamos. La partidocracia actual en España tiene pánico al voto en blanco, ya que se contabiliza y podría manifestar el desprecio de los ciudadanos por las infinitas tropelías que cometen los gobernantes actuales.

Es por dicho motivo por lo que los políticos amarrados a sus poltronas no explican jamás como ejercer dicha opción, de forma que quede flotando en un limbo de dudas la manera de infligirles un castigo tan evidente. En una palabra, casi nadie sabe cómo votar en blanco porque no se informa del procedimiento.

Personalmente, aunque es notorio que participé hasta hace un mes en un proyecto político que al final descubrí que era puro engaño, motivo por el que dimití y no lo votaré ni creo que lo haga gente que inicialmente simpatizaba con los puntos esenciales de su programa que trataban el problema de la inmigración en España; digo que sí voy a votar, claro que sí… en blanco, por esta vez.

Como que me refiero a las elecciones que me corresponden ahora, las del Parlamento catalán del 28 de noviembre, en principio, si por mi fuera votaría a un partido que coincidiera con mi sensibilidad y mis valores personales, pero no lo sé encontrar, a excepción del testimonial y bien intencionado ‘Familia y Vida’ que defiende un modelo de sociedad que ampare, eso, la familia y el derecho a la vida, dos principios indiscutibles para mí.

En mi opinión, la derecha encarnada por el PP o por CiU, a pesar que está a años luz de las propuestas nihilistas de origen marxista que colisionan con todo en lo que creo y me interesa, no cumplen las expectativas que debieran cubrir en función de su pretendido liberalismo y respeto por la tradición y el orden; eso si no mencionamos su propensión a la corrupción, su querencia por el cambalache, y sus erráticos cambios de rumbo ideológico.

Es esta circunstancia, por su potencial utilidad, puede que valga la pena leerme un poco más.

¿Y el voto en blanco?

Permitiéndome parafrasear en parte al excelente periodista Francisco Rubiales, les diré que el voto en blanco es una abstención activa voluntaria y, por lo demás, legítima. Es un voto que se emite desde una concepción de cumplimiento de un deber ciudadano, y hasta puede llegar a tener un componente de apoyo o identificación con el régimen político (o, incluso, con la democracia). Pero, al mismo tiempo, también es un voto que se emite desde la no preferencia o el rechazo por las opciones electorales concurrentes.

Votar en blanco, además, del voto válido o válidamente emitido de conformidad con el ordenamiento (que algunos análisis electorales confunden con el sufragio válidamente expresado a favor de alguna de las opciones electorales), tiene que ser incluido cuando se calculan porcentajes sobre el voto válido.

Y ¿cuál es la diferencia entre voto en blanco y la abstención?

Los votos en blanco se contabilizan y hasta pueden ganar, aunque la partidocracia no otorga representación a esos votos [o sea, dramáticos escaños vacíos], como debiera, si los políticos realmente gestionaran una democracia auténtica.

Los técnicos y expertos simplifican la cuestión afirmando que los que se abstienen rechazan el sistema y le dan la espalda a la democracia, mientras que los que votan en blanco aceptan la democracia y consideran el sufragio universal como un logro de la civilización, pero rechazan de manera activa los programas electorales, o los partidos políticos, o los candidatos, o la corrupción o el abuso de poder o todo eso al mismo tiempo, en un momento dado o regularmente. Ambas son posturas críticas, pero una rechaza el sistema, en su totalidad, y otra acepta el sistema, pero critica a sus gestores, a sus propuestas y a la democracia en su actual versión degradada y degenerada.

Votar en blanco es rechazar a los políticos y a sus programas y comportamientos, mientras que abstenerse se entiende siempre como un rechazo al sistema o no formar parte de él.

¿Y el voto nulo?

El voto es nulo cuando en el sobre que se introduce en la urna se mete una papeleta con alguna anotación o un trozo de servilleta o una foto dedicada, por ejemplo; mientras que el voto es en blanco cuando en el sobre no se mete nada; es decir, cuando en la urna se introduce un sobre vacío. En el caso de las elecciones al Senado es diferente: para que el voto sea en blanco hay que introducir la papeleta en el sobre, pero sin marcar ninguna casilla.

En resumen, el voto en blanco cuenta y el voto nulo no. El voto en blanco no va para la mayoría. El voto nulo no se tiene en cuenta ni siquiera para las estadísticas: no vale nada. El voto en blanco es la aceptación del sistema democrático. El voto nulo es la negación del sistema, siendo de dos tipos: voluntario, por ejemplo para los anarquistas, los antisistema y los vagos y marginados; o involuntario, como si por error metes dos papeletas de distinto partido o la papeleta que incluyes está pintada o rota, o bien incluyes papeles no utilizables legalmente.

En una palabra, por lo que a mí concierne, pienso que si muchos votan en blanco los políticos se implicarán más en su trabajo y no harán lo que les dé la gana, ya que al darse cuenta de que a la gente sí le interesa la política y lo que hacen los políticos, serán los primeros interesados en hacerlo bien, habida cuenta de que los votos en blanco de hoy se puedan convertir en votos a su partido en las próximas elecciones.

Ya saben: si quieren lanzar un aviso contundente a los que hasta ahora han ostentado el poder, en estos momentos, más que nunca, voten en blanco: sobre vacío sin nada dentro.

¡Que no le manipulen más! Así de fácil.

Pablo Barranco

Ciao.

1 comentario:

Angelo dijo...

Bueno por fin alguien que lo explica claro.
Te lo agradezco
Un beso